I told him i’ve been too fucking busy

…or viceversa !

Benditos pecadores.

martes, 13 de marzo de 2012

15 minutos con vos. ¡ No diré yo que no !

Antes de deshacerme en explicaciones de por qué hace aproximadamente 3 meses que no escribo (la indisposición de la pc tuvo mucho que ver, ojo) quiero aclarar que espero que esta sea una vuelta definitiva y (en la medida de lo posible) constante a mis redacciones. Más allá de la función catártica que constituye para mi la escritura, me di cuenta que tengo mucho más para decir de lo que yo pensaba. Capaz son esas cosas que pensas un jueves a las 11 de la noche tirado en la cama, escuchando Aerosmith o The Libertines al re mango y te dan ganas de levantarte y salir corriendo en bolas y luchar por tus sueños sin importar nada, pero que si las compartís con personas que no estén al tanto de tus mañas pueden tacharte de pedante, repetitivo, inconformista, o simplemente creer que sos lisa y llanamente un pelotudo sin remedio que lo único que hace es quejarse sin generar beneficio alguno en la sociedad.
El hecho es que me tomé unas vacaciones de todo. Hasta de mi. Para replantearme cuestiones que no terminaban de cerrarme. Y el resultado fue simple (como todo en la vida).
Nos perdemos, sabían? las personas solemos perdernos en nosotras mismas. El ser humano por naturaleza (o por soberbio) busca encontrar respuestas. Tener razón. Y eso es lo que me pasó a mi no hace mucho, cuando me perdí. Me perdí en un camino largo, tedioso e interminable en busca de mi felicidad (que no me voy a cansar de repetir, es lo más importante y lo más dificil de conseguir) de hacer todo cada vez mejor... para qué? no lo se.
Haciendo una revisión de un post que había escrito en el Blog hace no mucho, encontré una especie de respuesta divina que me hizo sentir sumamente bien. Me devolvió la paz conmigo misma, me reconcilié con esa conchuda que vive adentro mio y que a veces me hace la vida imposible. El post explicaba la sabia capacidad que cada ser humano debería desarrollar para encontrar la felicidad en las pequeñas cosas. Enfrascarme en una búsqueda desesperada por entender y que me entiendan, divertir y divertirme, me hizo olvidar que estoy pasando por un momento en el que los momentos más furtivos, chicos, rápidos, son los que más felicidad me traen. Un abrazo, un beso, un proyecto, hacerle mimos a mi coneja, entrar al colegio el primer día, tener un anillo que signifique tanto. Cosas propias, genuinas, que solemos perder de vista por enfocarnos en la felicidad colectiva, esa felicidad que te muestra una televisión, una canción de Montaner o Justin Bieber en la que la felicidad vale únicamente cuando estás enamorado y esa persona te da bola, o la revista TKM cuando te dice que vistiendote en 47 street vas a tener toda la onda. Cuando en realidad, usando una mínima parte del sentido común, sabemos que la televisión es un gran negocio de millonarios aburridos, que ni Montaner ni mucho menos Justin Bieber son música, y que 47 street es la blasfemia más grande en marcas de ropa. La felicidad colectiva es una gran mentira que apunta a que cada persona sea una más, sin pensamiento, sin poder razonar, juntandonos a todos en la misma bolsa y conformandonos con lo más bajo. Y nosotros decimos que sí. Y no loco, no. Busquemos nuestra felicidad, está en todas partes. Si te gusta comer, no hagas dieta para complacer a los demás. Si te gusta cojer, COJE! no vas a tener el mismo cuerpo a los 40 años, ni la misma resistencia, ni la líbido se te va a subir a +120 cuando te besen el cuello. Si te gusta bailar, si te gusta comprarte ropa en el Complot de flores porque es más grande (para vos, Quimi), si no te gusta estudiar porque te chupa un huevo tu futuro, hace lo que sientas, pensá en tu felicidad. Si vos no lo haces, nadie va a hacerlo.
Una vez dije "me tiraron muchas piedras y ningún jesús vino a salvarme". Releer lo que escribí me hizo reflexionar una vez más sobre lo que pensé toda mi vida, y hoy reafirmo. Quién necesita un Jesús cuando se tiene a uno mismo?

WE

ARE BONKERS!