No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.

Después de una semana agitadísima, en la que salí practicamente todos los días, y en la que sinceramente la pase bomba, tuvo que llegar este día. El día que yo sabía que iba a llegar, y que de alguna u otra manera, lo estaba esperando.

Es triste empezar a sentir algo y que se rompa, se desgaste, se esfumine. Es triste estar convencido absolutamente y que de repente, se disuelva ese absolutamente. Y pasas de estar convencido a dudar, simplemente dudar. Aunque no. No son dudas. En realidad, estas extrañando. Y eso me pasa a mi. Sabía de antemano que iba a extrañar muchísimas cosas. Muchas de esas cosas que SOLO pasaron en aquel momento, irreproducibles en un futuro con cualquier otra persona. Será lo mejor, pero no es lo que yo quise. Como sea, extraño. También extraño esos momentos en los que extrañar era más sencillo. Simplemente acostarte a mirar el techo escuchando Tokio Hotel, y dejarte ser. Dejar el llanto fluir, dejar las emociones libradas a su suerte, sin saber a donde te podrían llevar. Dejarte enamorar de cualquier personificación de la perfección, estar en paz con tu locura y no tener que rendirle cuentas a nadie, ser vos, y no tener que sufrir por serlo.

Extraño mucho todo eso, es tiempo de crecer. Y pensar que es lo único que quise por tanto tiempo...