I told him i’ve been too fucking busy

…or viceversa !

Benditos pecadores.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El hombre equivocado es, de alguna manera, el hombre perfecto.

[...] Saben muy bien como ser las mejores para ser queridas. Éste es un papel que las mujeres que se involucran en vínculos adictivos conocen de memoria. Quizá porque tuvieron padres que no pudieron cuidarlas lo suficiente, o porque tuvieron que cuidarlos a ellos. O quizás el caos familiar era demasiado intenso para traer más problemas. En todo caso, no había mucho tiempo ni espacio para ser niñas. Había que ser adultas antes de tiempo: responsables, estudiosas, aplicadas, perfectas. La hija que toda madre hubiera querido tener. Una eficiencia devoradora de cualquier intento de vivir una infancia despreocupada y lúdica. Han sido niñas sobreadaptadas y hoy son adultas acostumbradas a esforzarse más de lo necesario. También conocen a la perfección el mecanismo de la comunicación indirecta. Estas mujeres provienen de hogares disfuncionales, donde imperaba el secreto, el doble discurso. Por lo tanto, es lógico que crecieran siendo verdaderas intérpretes del discurso ajeno. Han completado un doctorado en la decodificación de los silencios y en traducir en palabras el más mínimo gesto. Como así también en controlar las emociones negativas de las personas que amaban. Si ellos no estaban bien, probablemente era porque ellas estarían haciendo algo mal o debían esmerarse más. Hay en ellas una identidad forzada. Una especie de máscara que se hizo carne y se confunde con la verdadera piel. Aprendieron desde pequeñas que es necesario ser complacientes para ser amadas y que los desacuerdos o la expresión de necesidades diferentes puede ser penada con el abandono o el desamor. Decir que NO y fijar límites puede ser condenado a perpetuidad. Es así como fueron creciendo y se convirtieron en "buenas personas". Son aquellas que responden a las necesidades de los otros aún antes de que se lo pidan. Las que están siempre disponibles. Las que lo hacen todo y bien. Las que terminan agobiadas frente a tanta exigencia y no obtienen ningún reconocimiento a semejante entrega porque la demanda del otro es sutil e implícita. No se agradece lo que nadie pidió.
Peor aún: más temprano que tarde serán acusadas de invasoras, controladoras, manejadoras, y de obturar el crecimiento de los demas. (celosas también no? já)

Amores que matan - Patricia Faur.

(Para vos, Naty, que hoy estuvimos hablando de esto).
Esta es la razón por la que me cuesta tanto fracasar.


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